Gracias a mi estancia en Glasgow he comenzado a recorrer tierras escocesas para poder conocer en primera persona como son sus paisajes y poder relacionarlos con la geografía de Galicia.
Seguro que si alguien nos habla de Escocia nos vendrá a la cabeza una imagen de amplios espacios verdes y quizás lluvia. Bien, esta idea preconcebida no se aleja demasiado de lo que son los paisajes escoceses hoy en día, pero estos no fueron siempre así.
A pesar de no tener montañas muy altas, la posición que tiene este país en el planeta ha hecho posible que hasta hace relativamente poco tiempo el hielo ocupase el increíble tapete verde con el que nos deleita actualmente. En los máximos glaciares prácticamente la totalidad del país estaba ocupada por el hielo. Pero ¿cómo podemos ver la huella de este periodo?
Los inmensos valles en forma de “U” de las Highlands escocesas son un magnífico ejemplo de estas formas glaciares. Además, en estas zonas también aparecen multitud de sedimentos de distintos tamaños acumulados por el movimiento del hielo que ocupaban este territorio, encontrándonoslos ahora en las laderas o en las proximidades de los ríos.
Uno de los mayores exponentes de estos paisajes, marcados por los momentos más fríos, es el valle de Glencoe. Mientras circulaba por la carretera que lo atraviesa por su parte baja he podido apreciar perfectamente su magnitud mientras pasaba al lado de preciosos lagos, también de origen glaciar, y alguno de los ríos meandriformes, es decir con multitud de curvas en su trazado, que circulan por esta zona y van dibujando un fondo de valle único.
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