Estando en Escocia realmente no podía faltar una visita a uno de los puntos más famosos de su geografía, el Lago Ness. Seguro que a lo largo de vuestra vida habéis escuchado mil historias acerca de este lugar, ¿verdad?

Lo primero que debo decir, es que no, no he encontrado al monstruo por ninguna parte. Históricamente el Lago Ness ha estado ligado a la existencia de Nessie, creándose múltiples leyendas sobre sus apariciones y la forma que debería tener este ser misterioso. Realmente, aunque la idea de la existencia de Nessie pueda resultar muy atractiva, parece que la ciencia se empeña continuamente en desmontarla.

Pero yendo realmente a lo importante, ¿os hacéis una idea de las dimensiones que tiene este lago? Debo decir que cuando lo ves por primera vez te quedas impresionado. El Lago Ness es una masa de agua que se alarga unos 37 km y que ocupa una superficie de más de 56 km², lo que vendría siendo bastante más que la superficie del municipio de A Coruña. ¿os imagináis toda esa zona cubierta de agua?

Vale, ahora quizás la pregunta sea ¿cómo ha llegado eso hasta ahí? Pues muy sencillo. El Lago Ness se encuentra en la región escocesa de las Highlands, una zona que como ya comentamos se caracterizó por la presencia del hielo durante largos períodos de tiempo. Lo que hoy es el Lago Ness tiene esa forma alargada en buena medida por encontrarse sobre la falla de Great Glen, una zona del terreno más débil que se excavó por la acción glaciar hace unos 10.000 años dando lugar a múltiples lagos. Otro de los detalles curiosos que tiene este lago es la turbidez de su agua. Realmente es muy complicado ver más allá de un palmo, pero esto tiene una explicación y no está relacionada con el monstruo. El sector en el que se encuentra el Lago Ness tiene un substrato con un contenido muy elevado en materia orgánica (turba) que le otorga esos tintes marrones que aumenta más, si cabe, las conjeturas sobre la existencia de Nessie.